Por: Itxu Díaz
Después cambié de café porque tengo para mí que si escribes siempre en el mismo bar acabas escribiendo siempre el mismo artículo, norma que solo incumplen los grandes de nuestra literatura de tertulia, cigarro y sofá.
Tiene este Madrid de los olvidados un espíritu zascandil y burlón en los cafés viejos, que es el trasluz de la obra de Jardiel Poncela, que traigo hoy al recuerdo tras el placer de visitar la exposición “La risa inteligente” en el Instituto Cervantes. El genio y el ingenio, el talante y el talento, el don y el don del humor y la azarosa vida del autor, brotan en cada esquina de la muestra haciendo que el paseo sea a veces una carcajada y otras un lamento, que todo duende del humor esconde la lámpara rota de su melancolía y Jardiel Poncela no fue ajeno a laureles y cruces, amigos y enemigos, amores y desamores; alegrías y desdichas, al fin. Pero supo siempre exprimirle la gracia a los malos tiempos y hasta en el célebre epitafio de su sepultura logra arrancarnos una sonrisa capaz de difuminar la ruina del final de sus días: “Si queréis los mayores elogios, moríos”.
Iustración de Iñigo Navarro para GUC360
Ni la muerte le trajo los elogios merecidos, quizá porque tuvo la mala idea de morirse demasiado, además de demasiado pronto. Muerto del todo, durante años su figura vagó en tierra de nadie, como su recuerdo, palpitando solo de tarde en tarde en las representaciones de sus grandes obras y en la pluma de sus herederos literarios. Y es que en España nada sale más caro a la fama que un muerto sin bando. Quienes han tratado de encasillar post-mortem a Jardiel Poncela han salido corriendo despavoridos al escuchar la voz mordaz del autor exclamando que está vivo, que no hay casilla posible para el talento universal del gran innovador, aquel del que dejó escrito César González-Ruano que fue “el humorista más completo” del siglo.
Madrid sigue teniendo cafés y gente que escribe en las mesas, y personajes de Jardiel Poncela esparcidos por todas partes. Todo está, dentro de un orden, donde estaba, y asombra ver que en 2017 su obra suena mejor que nunca en los teatros, mientras que el humor inteligente de sus libros se mantiene impasible al paso del tiempo.
Todo está, en definitiva, por descubrir en el universo de Jardiel Poncela y “la risa inteligente” es una reivindicación necesaria –mucho le debemos a Enrique Gallud Jardiel-, un tesoro custodiado estos días en el Instituto Cervantes y una puerta de entrada a su delicioso legado.
Es tal la familiaridad con la que acoge la exposición, que cierto visitante solo echa en falta que le sirvan una caña en la entrada y le pongan un escritorio al fondo con un platito de boquerones fritos, para quedarse un rato más allí buscando la grasilla inspiradora que no sé si encontré o no entre los chinos con Lonely Planet de la entrañable cervecería de Santa Ana.
Itxu Díaz es periodista, columnista satírico y escritor. En los últimos quince años sus artículos se han publicado en decenas de medios de España y Estados Unidos.
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